Voy a hablar desde mi posición de creyente en Cristo y
seguidora del evangelio. No voy a tocar temas que para la mayoría de personas pensantes, que afortunadamente
son las más, son cosas obvias. En particular no abordaré el tema del aborto provocado puesto
que es evidente que es una desgracia que habría que erradicar y no promover
como pretenden ciertos movimientos. Tampoco
defenderé algo muy claro para el sentido común, que los hombres son hombres y las mujeres
mujeres y no existe eso que han dado en llamar sexo fluído. Que transicionar o
dar hormonas a los niños es una barbaridad. Esas cosas para mí se caen de su
peso y no es necesario entrar a argumentarlas. Incluso desde un ángulo
científico y humanista son cosas obvias y solo restaría por preguntarnos ¿Cómo
pueden tantos dejarse convencer de que lo negro es blanco y de que los blanco
es negro?
Pero hay otros temas relacionados con la respuesta a
preguntas sobre quienes somos, cómo queremos vivir y sobre todo sobre qué hacer
en circunstancias que no encajan en el ideal de vida que se propone desde el
ideario cristiano.
El actuar moral del cristiano es obrar a imitación de Cristo,
él es nuestra luz y guía. Sin embargo, esta declaración es demasiado amplia y abre
un amplio espectro de posibilidades a la conciencia. Objetivamente, la
experiencia de Cristo estuvo limitada a una época histórica y a una cultura
particular. Incluso el Jesús que nos muestran los evangelios tiene una edad muy
específica, es soltero y obviamente pertenece a un género determinado, el
masculino. Entonces, es difícil discernir hoy día lo qué haría Jesús en caso de
ser mujer y estar en x o y circunstancia, seguramente muy ajena a las realidades
del hace 20 siglos en Palestina.
Dios nos dio libertad, ¿para qué?, para que colaboráramos en
su obra creadora, para que fuéramos sus interlocutores y sus amigos… De esta
manera el hombre ha creado cosas que no existían antes: artefactos tecnológicas
como los aviones, la luz eléctrica, el internet… y realidades humanas nuevas
como la mujer en el mundo del trabajo y de la creación artística y cultural.
Son hechos de algún modo imprevistos, novedades que el ser humano ha aportado
al universo. Estas realidades implican
unas nuevas leyes morales. Una nueva manera de ser Jesús hoy día.
Ahora, pensando en las orientaciones morales de la encíclica
Humanae Vitae y del catecismo de la Iglesia Católica y demás documentos de la
iglesia al respecto de la sexualidad y la familia, pienso que son orientaciones que no van con la
época y por lo tanto no resultan de ayuda ante la pregunta de cómo actuaría
Jesús ante las circunstancias actuales, en caso de ser habitante de una gran
ciudad, presentador de noticias o influenciador, mujer científica, deportista homosexual,
adolescente en crisis existencial, adulto
mayor en un geriátrico, enfermo terminal, etc.
Para que una determinada normativa resulte una guía eficaz y
las personas quieran seguirla y la asuman con autonomía de razón, esta
normativa debe ser reconocida como lógica y razonable por sí misma y no por vía
de autoridad. Debe ser considerada también como una norma práctica y útil en la
vida corriente y no como algo extraordinario o heroico. Entonces, cuando la iglesia propone unas
normas de conducta que no son reconocidas como lógicas, razonables y posibles
de seguir, la única forma de seguirlas es con la actitud de la obediencia. Pero
esto reduce al hombre a la condición de menor de edad… muy pocos quieren
regresar a ese estado, y las mujeres menos que los hombres.
Lo que ha ocurrido es una desacreditación de la misma
iglesia y de su labor pastoral y de guía de las conciencias. La pérdida de
autoridad de la iglesia es palpable y muy poca gente toma en serio sus
predicamentos en esta materia y menos que nadie las instancias de poder y de
gobierno.
Hay que tener en cuenta que la mayor revolución cultural de
la historia ocurrió precisamente a mediados del siglo XX y fue la revolución
sexual disparada por la aparición de la píldora anticonceptiva que liberó a la
mujer de la maternidad obligada y le permitió acceder al mundo del trabajo y de
la creación de conocimiento y cultura y a la política, en condiciones casi
iguales a las de los varones. Esta revolución no ha hecho sino comenzar y nos
llevará mucho más lejos de lo que hoy estamos en condiciones de avizorar.
Para ver hasta qué punto ha llegado la confusión mundial a propósito de estas materias hay que ver el documental de Matt Walsh : What is a woman?
Bueno, pero a propósito, ¿Qué es un ser humano? ... Será cierto que, como dijo Sartre, la existencia del ser humano precede a su esencia? ¿Será que empezamos siendo nada? ¿ Hemos sido llamados a la existencia con un propósito? Que esto es así es cosa de fe, pero habría que sondear mucho más el significado de todo esto.
Entre las instituciones más conservadoras y patriarcalistas
está la Iglesia. Toda la jerarquía eclesiástica está constituida por varones.
¿Cómo no habría de reaccionar con pánico ante estas nuevas realidades?
Pienso que el conocimiento científico actual acerca de la
naturaleza humana y sus posibilidades en el orden afectivo, sexual y social no
guarda proporción con los adelantos de la ciencia natural y la tecnología. Es
mucho lo que nos falta por saber… y naturalmente los cambios que generará ese
saber son impredecibles.
En el ritual del bautismo se renuncia a la búsqueda del placer. ¿Es esto
lógico?, ¿ No es al placer un aspecto esencial de la vida sin el cual esta
pierde todo su color? Cristo , por otra parte no fue un asceta; algunos se lo
criticaron y él de eso se defendió.
¿Cuál es el lugar del placer en la vida de cada ser humano?¿ Cómo vivir la sexualidad en cada etapa de la vida, en cada circunstancia?
Entre los cristianos católicos he visto que cuando hay
problemas surgen dos maneras de salirse
por la tangente y no hacer nada. Una es el recurso al Espíritu Santo, El se
encargará. ..Y otra, echarle las culpas al demonio y no investigar por las
causas de los problemas. Pienso que no
es digno de nosotros, los encargados del jardín de Dios, asumir esta posición cómoda y evadir nuestra
responsabilidad como seres pensantes.
Dios nos puso en este mundo para ser sus colaboradores en la
obra de la creación. Para hacerlo bien, pidamos la guía del Espíritu Santo,
pero sobre todo, pongamos nuestra inteligencia y nuestra conciencia al servicio
de esa tarea, que en el fondo es la razón de nuestra existencia. No nos adelantemos a juzgar de temas que aún
en gran medida son una incógnita… Confiemos en Dios e imitemos a Jesús que no
dio una preceptiva sino que se limitó a predicar y a practicar el amor al
prójimo y la misericordia.